sábado, 13 de marzo de 2021

Moniciones Domingo IV de Cuaresma - Ciclo B -

(2Cro 36,14-16.19-23; Ef 2, 4-10; Jn 3,14-21)

Monición de entrada.- En este cuarto domingo de cuaresma, contemplamos la cruz como el máximo estandarte del amor que Dios nos tiene.  Nos invita a seguirle. A no olvidarle. A elegir entre Jesús y otros “dioses pequeños”. Dios siempre permanecerá fiel incluso hasta morir.

El Señor, que es la luz de nuestras vidas, sea también el TODO de nuestro vivir. Levantemos nuestros ojos y renovemos nuestro amor hacia El. Su cruz será para nosotros la luz. Celebremos con amor esta Eucaristía.

 

 ORACIONES DE LOS FIELES

 Celebrante .- Con toda confianza, elevemos nuestras peticiones a Dios:

 1.    Por el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes y todos aquellos que dedican su vida a mostrarnos el camino; que el Señor los ilumine siempre para que sean luz y guía para su pueblo. Roguemos al Señor.

2.     Por los que han recibido la misión de anunciar el evangelio y educar en la fe, para que no se cansen de hacer nueva su entrega cada día. Roguemos al Señor.

3.     Por los que han renunciado a todo para entregarse a los demás, que el Señor les conceda la gracia de no caer en el desánimo ante una empresa tan difícil. Roguemos al Señor.

4.     Por todos los países que viven en guerra o con mucha pobreza, para que consigan la paz y encuentren corazones capaces de ayudarles en sus necesidades. Roguemos al Señor.

5.     Por todas las familias, para que sean capaces de renovar cada día el amor, y trasmitirlo a todos los que los rodean. Roguemos al Señor.

6.     Para que la Cruz de Cristo sea para nosotros la meta cristiana que nos transforme interiormente y nos haga desear la vida divina que Dios nos ofrece. Roguemos al Señor.

 

Celebrante.- Escucha Señor, la oración de tu Iglesia que la trae ante Ti, en nombre de nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina, en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 


DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

 

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993)

Hoy nuestro corazón salta de gozo, Dios Padre nuestro,

al sabernos amados por ti con un amor que nos hace hijos tuyos.

La prueba que verifica tan gozosa noticia es Jesús, tu Hijo,

y desde ahora nuestro hermano mayor y amigo para siempre.

Él no vino para condenar sino para salvar al hombre

que tú amas con amor y con loca ternura de padre.

Haz que sepamos corresponderte como hijos tuyos bien nacidos.

 

 Gracias, Señor, porque tú no eres un dios frío y lejano,

controlador impávido de la máquina del cosmos, sino padre

que nos amas, siempre desvelado por tu criatura el hombre.

El secreto del mundo y de nuestra existencia humana

está fundado en el latir de tu corazón que ama.  ¡Gracias, Señor!


 

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