sábado, 12 de junio de 2021

Moniciones Domingo XI del Tiempo Ordinario - Ciclo B -


(Ez 17,22-24; 2Cor 5,6-10; Mc 4,26-34-45) 

MONICIÓN DE ENTRADA.

Jesús pidió a sus amigos que prepararan un lugar para celebrar la Última Cena junto a ellos. Hoy, también nosotros vamos a prepararle ese lugar en nuestro corazón para que, con los elementos más comunes y más sencillos para la humanidad, un pan y una copa de vino, partido y compartido, le hagamos sitio para vivir siempre con Él.

Que como el grano de mostaza, la semilla más pequeña, encontremos la fuerza en lo pequeño, en lo que pasa desapercibido.

 


ORACIÓN DE LOS FIELES

Sacerdote: Del Señor viene la salvación. A Él acudimos confiados y le presentamos nuestras súplicas.

1.     Por la Iglesia, para que, a través de la Caridad, de la Palabra y de la Celebración de la Fe, sea fiel a la misión recibida de anunciar el Reino de Cristo a todos los pueblos. Oremos.

2.     Por los organismos legislativos y políticos de las naciones para que, siendo respetuosos con la vida y la dignidad de la persona humana, favorezcan el desarrollo y el bienestar de todos, sin olvidar a los que no cuentan, a los pobres, a los más desfavorecidos. Oremos.

3.     Por todos los que se sienten olvidados por los demás, por los que no cuentan para nadie, para que el Señor les muestre su amor preferencial por ellos, y nos mueva a nosotros a salir de nuestra indiferencia ante los que sufren. Oremos.

4.     Por nuestra comunidad parroquial para que descubramos en los valores del Reino el proyecto liberador de Jesús para todas las personas, y acojamos la llamada que nos hace a colaborar con Él. Oremos.

Sacerdote: Señor y Dios Nuestro, escucha nuestros ruegos. Acrecienta en nosotros la fidelidad a Tu Palabra y el ejercicio de la caridad fraterna. Concédenos crecer como discípulos de tu Hijo, arraigados firmemente en tu Amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Exhortación final:

Bendito sea tu nombre, Padre nuestro, Dios de la paciencia,

porque Jesucristo, tu Hijo, inauguró entre nosotros tu reino

con los medios pobres que tú prefieres para tus obras,

sin espectacularidad deslumbrante, sin impaciencia avasalladora.

Así manifestó la fuerza interior e incontenible del reino,

cuyos comienzos humildes y callados, pero eficaces, nos hablan

de optimismo esperanzado frente a nuestro derrotismo impaciente.

Concédenos, Señor, ahondar en la oración y la contemplación,

en la admiración y el gozo del Espíritu, para captar la gratuidad

de tu reino en la pequeña semilla que desafía la intemperie,

para saber esperar, aguardando con fe tu gloriosa venida. Amén.


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