Sab 2, 12. 17-20; Sant 3, 16-43; Mc 9,30-37
MONICIÓN DE ENTRADA:
Comenzamos esta Eucaristía dispuestos a aceptar una de sus enseñanzas fundamentales de Jesús, necesaria para cualquier creyente.
Estas son sus primeras palabras: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos".
Esta es la primera lección de Jesús: la verdadera grandeza consiste en servir. El primero no es quien ocupa un cargo de importancia, sino quien vive entregado y ayudando a los demás.
Celebramos la Eucaristía como el regalo más grande que nos hizo Jesús poniéndose siempre junto al débil y al servicio de todos.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: El Señor sostiene nuestra vida. Nos dirigimos a él confiándole nuestras necesidades.
1. Por la Iglesia, testigo del amor de Dios en medio de este mundo, para que siguiendo el ejemplo de Jesucristo sirva de forma generosa la causa de la persona humana, rechazando todo tipo de ambición y de deseo de dominio. Roguemos al Señor.
2. Por quienes gobiernan las naciones, para que entiendan y realicen la tarea a ellos encomendada como servicio a toda la persona y a todas las personas, y no como pretexto para el beneficio personal y el afán de dominar. Roguemos al Señor.
3. Para que los creyentes seamos personas de esperanza en un mundo muy desanimado. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que viven la Cruz de un modo intenso y doloroso, carecen de afecto, de pan, de proyectos, de trabajo, de fe. Roguemos al Señor.
5. Por nuestra comunidad parroquial, llamada a seguir al Señor desde el servicio a todos, especialmente a los más pobres, para que permanezcamos atentos y disponibles ante las necesidades de los demás. Roguemos al Señor.
Sacerdote: Padre de bondad, Tú nos invitas a vivir conforme a tu Palabra. Atiende nuestras súplicas. Que tu Sabiduría guíe nuestra vida para que cada día demos testimonio de tu Hijo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Bendito seas, Padre, porque Cristo Jesús, nuestro Señor,
inauguró un mundo nuevo con criterios desconocidos hasta él:
son primeros quienes se hacen los últimos sirviendo a los demás.
Desde entonces, los secretos y las riquezas de tu reino
son para los que tienen alma de pobre y corazón de sencillos.
Prepáranos a recibir tu palabra con ánimo de cumplirla
y cambia por completo nuestros corazones, mentalidad y conducta,
para que, radicalmente convertidos de la ambición de poder,
construyamos con Cristo un mundo nuevo de amor y fraternidad.
Haz, Señor, que, siguiendo el ejemplo de Jesús, sirvamos
en su nombre a todos nuestros hermanos con alegre sonrisa. Amén.
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