(27 de febrero de 2022)
(Eclo 27,4-7; 1Cor 15,54-58; Lc 6,39-45)
Unidos en oración por la paz
El Santo Padre extiende su llamado a todos, “creyentes y no creyentes” invitándolos para que se unan en una jornada de oración conjunta por la paz:
ENTRADA:
El Señor nos convoca el domingo, día en el que hacemos memoria de su resurrección, y nos comunica su palabra de vida con la que examinamos nuestras obras. Acudimos a su llamada porque queremos permanecer, con sencillez y disponibilidad, a la escucha de Jesús, nuestro único maestro.
Abiertos a lo que nos dice, comenzamos la
celebración.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Sacerdote: Unidos en la misma fe y la misma esperanza, presentemos nuestras plegarias al Padre:
1. Por la Iglesia católica, por el papa y los obispos, por los religiosos y religiosas, por todo el pueblo cristiano. OREMOS:
2. Por las demás Iglesias y comunidades cristianas: los protestantes, los ortodoxos, los anglicanos. OREMOS:
3. Por los gobernantes de las naciones, y por todos los que tienen poder político, económico y militar. OREMOS:
4. Por los países que viven tensiones y conflictos, especialmente en la Europa del Este, para que se llegue a un entendimiento y a la paz en esta guerra. OREMOS:
5. Por todos los que, aquí entre nosotros, no tienen lo necesario para vivir. OREMOS:
6. Por nosotros, y por todos nuestros seres queridos. OREMOS:
Sacerdote: Escucha, Padre, nuestra oración, y transforma nuestros corazones con tu gracia salvadora. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN:
Es justo bendecirte, Padre, porque Cristo nos enseñó a conocer el fondo de nuestro corazón por los frutos que da, pues lo que llevamos dentro, eso transparentamos en nuestra vida: verdad o mentira, amor o egoísmo, bondad o maldad.
No permitas, Señor, que el vacío interior de nuestro corazón convierta toda nuestra vida en un erial calcinado y baldío.
Para eso, que la savia de tu Espíritu dé fruto en nosotros mediante la escucha de la palabra en la oración y el silencio, y por la práctica de las bienaventuranzas del reino de Dios.
Cúranos radicalmente de la hipocresía, porque es en tu amor y tu gracia donde tenemos raíces y daremos frutos de vida. Amén.
(Basilio Caballero, La Palabra de cada Domingo, Ed. San Pablo, Madrid)