(6 de febrero de 2022)
(Is 6,1-2ª.3-8; 1Cor 15,1-11; Lc 5,1-11)
MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos, hermanos, a esta Eucaristía correspondiente al Quinto Domingo del Tiempo Ordinario. Jesús de Nazaret llama hoy a sus discípulos. Y ellos, fascinados desde el principio, parece que ni siquiera se lo piensan, le siguen sin dudar. Tal vez, nosotros hemos sido menos rápidos y menos valientes. Y nos hemos hecho de rogar. Quién sabe si Jesús todavía espera que nosotros demos un paso firme en su seguimiento. Deberíamos, hoy profundizar en nuestra auténtica vocación y mejorar el talante cristiano que debe impregnar nuestras vidas. Hoy es un gran día para comenzar a vivir en la cercanía permanente de Jesús de Nazaret.
ORACIÓN DE LOS FIELES
SACERDOTE: Señor, sabemos que no somos dignos de enseñar tu Palabra, sin embargo estamos decididos a ello. Por eso te pedimos que nos des la fuerza para no desfallecer en el caminar.
1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que el Señor los llene de su Espíritu y sepan guiar a la Iglesia hacia la Casa del Padre. OREMOS
2.- Por los poderosos de este mundo para que actúen en favor de los más necesitados. OREMOS
3.- Por los enfermos, los pobres, los necesitados, para que la Fuerza que nos viene de lo alto les ayude a superar estos malos momentos. OREMOS
4.- Por las familias, para que el amor suavice los roces e inquietudes que la rutina nos ofrece. OREMOS
5.- Por los jóvenes que se preparan a formar una familia. OREMOS
6.- Por todos los que nos reunimos en torno al altar, para que la Palabra y el Pan partido nos fortalezcan y llevemos a todos el mensaje de Dios. OREMOS
SACERDOTE: Padre, concédenos aquello que pedimos y convierte nuestro cansancio en alabanza perpetua a tu Nombre. Por JNS.
Exhortación final
Es justo bendecirte, Padre, porque, como a los apóstoles, Cristo nos llamó por nuestro nombre a su seguimiento por la fe.
Por el bautismo tú nos has incorporado al cuerpo de Cristo y nos has hecho templos del Espíritu y miembros de tu Iglesia.
¡Gracias, Señor! Es hermosa nuestra vocación cristiana, pero es también vocación total: en cuerpo y alma.
Ilumínanos, Señor, con el Espíritu de tu verdad, para que entendamos qué es ser discípulo auténtico de Jesús.
Y haznos fuertes para testimoniar los valores del evangelio en medio de un mundo que prefiere el desamor y la mentira.
Así demostraremos que te pertenecemos para siempre. Amén.
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