27 de noviembre de 2022
ENTRADA:
Queridos hermanos. En este primer domingo de Adviento se nos invita a salir al encuentro del Señor, lo cual implica dejar nuestra comodidad, nuestra estabilidad y nuestras seguridades, para entrar en el misterio de Dios que se hace presente en la historia, en nuestra propia historia.
Preparémonos para participar en esta celebración abriendo nuestro corazón y nuestra vida al Señor, que ya está llamando a la puerta. Él viene siempre. ¿No lo notáis?
PRIMERA VELA DE LA CORONA:
Señor, en este primer domingo de Adviento, encendemos esta vela, como símbolo de nuestro deseo de permanecer despiertos y vigilantes, oteando el horizonte ante la llegada del Hijo del hombre y su paso por nuestra vida.
Como hombres y mujeres de esperanza, que nos creemos tus promesas, queremos estar atentos y salir al paso de aquellos que desesperan porque les han robado su dignidad humana.
Ayúdanos a ser testigos creíbles de tu luz y portadores de una esperanza que nos invita a mirar más allá. ¡Ven, señor, Jesús!
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: En este momento, vamos a recoger las necesidades que vamos descubriendo a lo largo de la vida y se las presentamos al Señor. Respondemos: Ven, Señor, Jesús.
1.- Por la Iglesia, para que sea anunciadora del Señor que viene, y sea signo de esperanza en medio de nuestro mundo. Oremos. Ven, Señor, Jesús.
2.- Por nuestros gobernantes, para que establezcan políticas que generen la paz y la justicia. Oremos. Ven, Señor, Jesús.
3.- Para que, como comunidad de discípulos, vivamos en vela, atentos a las huellas de Dios en nuestro mundo. Oremos. Ven, Señor, Jesús.
4.- Por cada uno de nosotros aquí presentes, para que nos dejemos transformar por el amor de Dios, y estemos abiertos a la escucha de su palabra. Oremos. Ven, Señor, Jesús.
Sacerdote: Señor, escucha la oración de tu pueblo, que espera en oración y servicio la venida de tu Hijo, que vive y reina…
ORACION DE ACCION DE GRACIAS
(Tomado de Basilio Caballero: La Palabra cada
domingo, San Pablo, España, 1995)
Te bendecimos, Dios de la esperanza indestructible, porque en la venida de Jesús, tu Hijo y nuestro hermano, realizas la utopía del profeta: la paz entre los pueblos.
Tu salvación despierta el alba en nuestro yermo horizonte; así podemos emprender ya un camino de esperanza y dignidad.
Gracias, Señor, porque hoy nos das razones para vivir y para amar, para llenar nuestro vacío existencial, ya crónico, para vencer incansables la perenne mezquindad humana, para iniciar hoy la apasionante tarea que nos confías: el adviento inacabado de un hombre y mundo nuevos.
Ayúdanos, Señor, con la fuerza de tu Espíritu. Amén.