sábado, 4 de febrero de 2023

Moniciones Domingo V del Tiempo Ordinario - Ciclo A -

 (5 de febrero de 2023)

 (Is 58, 7, 7-10; I Cor 2, 1-5; Mt 5, 13-16)

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed bienvenidos a la Santa Misa en este quinto domingo. El Señor nos invita hoy a ser sal  de la tierra y luz del mundo. Ser luz es vivir en la fe, y ser su testigo. Ser sal es dar sabor de Dios a todas las realidades cotidianas. No se trata de palabras, sino de obras: que se vea que somos sal y luz.   La fe que hemos recibido es la luz con la que tenemos que iluminar a los demás.

                                                        Dibujo de Las Melli https://elrincondelasmelli.blogspot.com

 ORACIÓN DE LOS FIELES

Sacerdote: Oremos a Dios Padre que es luz y amor y pidámosle por la felicidad de todos los hombres y mujeres de la tierra.

1. Por el Papa Francisco. Por todos los que nos animan en el camino de la fe. Para que trabajen siempre por descubrirnos la sal y la luz de la fe cristiana. Roguemos al Señor.

2. Por las personas que se sienten en tinieblas, sin sentido, sin esperanza, para que encuentren la luz de Jesús en la vida y aumente su fe, roguemos al Señor. Roguemos al Señor.

3. Un recuerdo especial por los que viven su fe de una forma insípida, sin gusto, sin alimento, sin ilusión. Para que vean que el Señor nos quiere valientes y decididos. Roguemos al Señor.

4. Por todos los que van a ser bautizados. Por los que se preparan a la comunión. Por los que estamos en esta Santa Misa. Para que cuidemos más aún nuestra vida cristiana; por la oración, las obras de caridad o la ayuda de unos a otros. Roguemos al Señor.

Sacerdote: Padre, presentamos estas necesidades de tu Iglesia peregrina, con la certeza de que siempre escuchas al que a ti se acerca. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1995)

Hoy te bendecimos, Padre, porque nos destinas en Cristo a ser sal de la tierra y luz del mundo, para dar sabor alegre a un mundo insípido y triste, áspero y desabrido; para dar luz a una tierra inhabitable, sumida en tinieblas y devastada por el egoísmo, la mentira y la injusticia.

Gracias, Señor, por la confianza; pero es misión ardua la de ser luz que ilumina el camino y sal fundida y sabrosa que actúa desde dentro, sin ostentación pero eficazmente.

Ayúdanos con tu gracia y transfórmanos con tu Espíritu, para que nuestras tinieblas se hagan luz y nuestra noche día; así irradiaremos esperanza y optimismo, gozo y paz. Amén.

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