(18 de junio de 2023)
Ex 19, 2-6a; Rom 5, 6-11; Mt 9, 36-10,8.
MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos a esta Eucaristía.
Muchos, en nuestra sociedad y en nuestras comunidades, necesitan curación. Nosotros también necesitamos la cura del perdón, y quizás también de la enfermedad, del dolor y del sufrimiento.
Jesús vino a traernos sanación del pecado y envió a sus discípulos -hoy como en el pasado- a sanar a un mundo tan afligido y, sin embargo, con tanta frecuencia cruel y despiadado. Pidamos al Señor que sepamos pasar a otros la misericordia que nos está mostrando a nosotros.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: Oremos al Señor, nuestros Dios. Su misericordia es eterna.
1. Por la Iglesia, para que acoja a todos los hombres sin distinción de raza, credo o cultura y les anuncie a Cristo como Salvador. Roguemos al Señor.
2. Por la multitud incontable de los desamparados, desatendidos, víctimas de nuestra sociedad egoísta, para que apoyados en la esperanza crean que Dios es capaz de hacer lo que promete. Roguemos al Señor.
3. Por los pecadores, para que no se sientan despreciados, sino que gocen de la misericordia de Dios en su Iglesia. Roguemos al Señor.
4. Por nosotros, aquí reunidos, que hemos escuchado la llamada de los apóstoles, para que también nos sintamos enviados a proclamar la misericordia del reino de los cielos. Roguemos al Señor.
Sacerdote: Escucha, Señor la oración de tu pueblo, que quiere hacer suya la compasión de Cristo por todos los que sufren. Por JNS:
Después de la comunión
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993)
Te bendecimos, Padre, Dios de los apóstoles y profetas,
por Jesucristo, tu primer enviado en misión de paz y amor,
para anunciar a los pobres la buena nueva de liberación,
para curar a los enfermos y cosechar la mies abundante.
Cristo Jesús delegó su misión a los suyos, a nosotros;
desde entonces evangelizar es la dicha y misión de la Iglesia.
Jesús nos quiere disponibles, con la libertad de la pobreza,
para compartir con los demás lo que tú mismo nos regalas.
Libéranos, Señor, de tanto bagaje y peso inútil
que nos instalan y entorpecen para el anuncio del reino de Dios,
para que no perdamos el ritmo andante de la misión. Amén.
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