MONICIÓN DE ENTRADA
Queridos hermanos. Cada vez que celebramos la Eucaristía, también estamos celebrando el sacramento de la reconciliación y del perdón. Así quiere Jesús que vivamos quienes creemos y esperamos en él, perdonando siempre y sin poner límite alguno, y compartiendo lo que somos y tenemos.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Sacerdote: El perdón hacia el prójimo es fundamental para conseguir el perdón de nuestros pecados. Con esta disposición elevamos nuestra súplica al Padre:
1. Por la Iglesia pecadora en sus miembros, que somos todos, para que, comprendamos que estamos llamados a la santidad de Cristo y nos esforcemos por buscarla. Roguemos al Señor.
2. Para que sea posible lo que parece imposible: la reconciliación de unos y otros, sobre la base de la justicia, el respeto, la paciencia, el amor. Roguemos al Señor.
3. Por todos los fieles, para que se sientan inspirados por el ejemplo de Cristo de ser agentes de amor y servicio a los necesitados durante esta pandemia, roguemos al Señor.
4. Por los que en medio de la prueba de esta pandemia se sienten abatidos, para que descubran la fuerza de Cristo vivo y vean iluminado su camino. Roguemos al Señor.
5. Por quienes no tienen trabajo, o lo ven peligrar, por causa de la pandemia, por los que están enfermos o se sienten solos, para que encuentren en los cristianos ayuda y solidaridad, y por su cercanía conozcan a Cristo y experimenten su salvación. Roguemos al Señor.
6. Por todos nosotros para que nuestra conversión sea sincera y vivamos el espíritu del perdón al prójimo. Roguemos al Señor.
Sacerdote: Padre, la Iglesia y el mundo necesitan tu protección y consuelo. Atiende con generosidad las necesidades que te presentamos por Jesucristo Nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN:
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, 1993, p. 180)
Te bendecimos, Señor Dios, porque muriendo un una cruz,
Jesús nos mostró todo el amor, el perdón y la misericordia
que abriga tu corazón de Padre hacia nosotros tus hijos.
Así hizo posible que nos perdonemos como tú nos perdonas,
es decir, sin número límite de veces ni medida para el perdón.
Enséñanos, Señor, a vivir según tu Espíritu cada día,
de tal suerte que nuestro perdón a los hermanos que nos ofenden
sea para los demás un signo de tu amor y reconciliación.
Así mereceremos heredar la bienaventuranza de Cristo:
Dichosos los misericordiosos que saben amar y perdonar,
porque ellos alcanzarán misericordia, amor y perdón. Amén.
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