(1 de agosto de 2021)
(Ex 16,2-4.12-15; Sal 77; Ef 4,17.20.24; Jn 6,24-35)
MONICION DE ENTRADA.
Sed todos, hermanos y
hermanas, bienvenidos a la Eucaristía del Domingo
18 del Tiempo Ordinario. Hoy tiene una relevancia especial porque Jesús
inicia su discurso sobre el Pan del Cielo nos ocupará varios domingos del mes
de agosto. Es un avance maravilloso de la institución de la Eucaristía que Él
hará durante la cena del Jueves Santo. Estamos en un tiempo especialmente
apropiado para meditar en nuestras grandes verdades y la Eucaristía es una de
ellas. Hoy, pues, se nos antoja que es un domingo muy especial: huele a pan
fresco recién hecho, a Pan del Cielo que nos salva. Iniciemos con alegría
nuestra celebración.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: Nuestra oración quiere estar movida por la confianza que ponemos en el Señor, y por el deseo de acoger siempre su apoyo; por eso le presentamos nuestras necesidades.
1. Para que vivamos la Eucaristía como un agradecimiento a todo lo que Dios hace por nosotros y a su compañía en nuestra vida. Roguemos al Señor.
2. Para que quienes viven su existencia desde el vacío, la desesperanza, la soledad, encuentren, en la adhesión a Jesús y en su mensaje, su forma y estilo de vida. Roguemos al Señor.
3. Para que las personas que viven rechazadas, marginadas, no aceptadas, puedan encontrarnos en su camino y les abramos el corazón y la amistad. Roguemos al Señor.
4. Por tantas personas que están sufriendo por la falta de trabajo, para que encuentren esa mano tendida que les ayude a suavizar su situación. Roguemos al Señor.
5. En este Año de San José, pidamos, por intercesión de San José, que seamos partícipes de su estilo de vivir y de hacer, siendo cercanos a las realidades de todos los hombres. Roguemos al Señor.
6. Por los que durante estas fechas viajan a sus lugares de vacaciones o regresan de ellos para que lleguen a sus destinos sin ningún contratiempo. Roguemos al Señor
Sacerdote: Padre, tú conoces las necesidades de cada uno de tus hijos. Concédenos la abundancia de tu misericordia y da remedio a todos nuestros males. Por Jesucristo nuestro Señor.
Después de la Comunión:
Te bendecimos, Padre, porque Cristo Jesús, tu palabra,
Nos invita a renovarnos a tu imagen en la mente y en el espíritu.
Éste es el trabajo que esperas de nosotros: fe en tu envidado,
Jesús, el hijo sellado por ti con el aval de tu divinidad.
Mendigos de pan y de cariño, sedientos de esperanza y amor,
Nos presentamos ante ti, Señor, como desierto y tierra yerma.
Muchos quieren explorar nuestra sed de felicidad con el señuelo
De los falsos sucedáneos de vida; pero no queremos la felicidad
Pasajera de tantas cisternas agrietadas que pierden el agua.
Danos, Señor Jesús, tu cuerpo y sangre en la eucaristía,
El pan verdadero que sacia nuestra hambre para siempre. Amén.