sábado, 17 de julio de 2021

Moniciones Domingo 16 del Tiempo Ordinario - Ciclo B -

(Jer 23, 1-6; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30-34)

MONICIÓN DE ENTRADA

Hermanos: Las prisas, el estrés, el deseo de resultados inmediatos, nos pueden quitar la tranquilidad, nos roban la paz.

Jesús no quiere estas intranquilidades, sabe que las prisas y los agobios no son los mejores compañeros de viaje.

Celebramos la Eucaristía sin prisas, sabiendo que el Señor nos va a transmitir su mensaje con calma.


ORACIÓN UNIVERSAL: Unidos como hermanos, presentamos nuestras necesidades a Dios nuestro Padre, que cuida de nosotros y quiere nuestro bien.


1.     Por el Papa Francisco, para que no cese en su empeño de querer una Iglesia más santa, más unida y más formada en los principios de la fe. Roguemos al Señor. 
 
2.     Por quienes buscan a Dios de alguna manera; por quienes tienen dudas de fe; para que encuentren una oportunidad de descubrir la noticia de paz que Jesús trajo para todos. Roguemos al Señor.
 
3.     Por tantas familias que lo están pasando mal. Para que el Señor les anime y no pierdan la esperanza. Roguemos al Señor. 
 
4.    Para que los gobernantes busquen la pronta solución a los conflictos de guerras. Roguemos al Señor. 
 
5.     Por todos los cristianos, para que acertemos a la hora de atender a tanta gente que busca una respuesta para sus vidas. Roguemos al Señor.
 
6.     Por todos nosotros, que estamos en época veraniega; para que escuchemos la voz de Jesús que nos invita a descansar en un lugar tranquilo como una oportunidad para revisar nuestra vida. Roguemos al Señor.

Sacerdote: Padre misericordioso, Tú nos muestras el camino de una vida según tu Palabra. Acoge nuestras súplicas y concédenos aquello que más necesitamos para hacer tu voluntad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Después de la comunión:

Te bendecimos, Padre, por Jesucristo, Señor nuestro, que recorrió infatigable los duros caminos de Palestina anunciando el reino de Dios y curando a todos los enfermos, porque su corazón se compadecía de las gentes sin pastor.

Tú, que cuentas el número de las estrellas y les das nombre, nos conoces personalmente, como el buen pastor a sus ovejas, Tú nos convocaste en Cristo para constituir un pueblo, que te confiese en la verdad y te sirva fielmente en la santidad.

Nuestra vocación no es ser islas perdidas en el océano, ni masa anónima, sino personas y miembros activos de una comunidad a la que Jesús confió su misión. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.

 

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