(8 de agosto de 2021)
(1Re 19,4-8; Ef 4,30—5,2; Jn 6,41-51)
MONICIÓN DE ENTRADA
Sed todos bienvenidos a la Eucaristía. Hay momentos en la vida en los que el cansancio, las preocupaciones, los problemas nos superan. Sentimos ganas, como Elías, de dormirnos y no despertar. Queremos “tirar la toalla”, sin darnos cuenta que ahí es donde nos sacude y nos agarra el Señor. En el desierto de la vida los caminos se hacen al andar. En el día a día. En cada esfuerzo realizado. Uno a uno.
Oración de los fieles:
Sacerdote: Presentemos, hermanos, nuestras súplicas a Dios, con esperanza, humildad y confianza.
1.- Por la barca de Pedro, la Iglesia universal, para que siga fiel al mensaje de Cristo por los siglos de los siglos. Roguemos al Señor.
2.- Por el Papa, nuestro Obispo, por los presbíteros, diáconos y para que todos los que trabajan para el Pueblo de Dios reciban la gracia inagotable Jesucristo. Roguemos al Señor.
3.- Por los gobernantes de todo el mundo, por las instituciones representativas de los pueblos, por la continua salud de todas las naciones en libertad, respeto y justicia. Roguemos al Señor.
4.- Por las religiosas y religiosos de clausura, para que su oración constante confirme a la Iglesia en su misión a favor de todos los hombres de la tierra. Roguemos al Señor.
5.- Por los profesionales de la enseñanza, por los periodistas, por los escritores, por los artistas: para que su trabajo sirva para el conocimiento de la Única Verdad y así todos demos gracias a Dios. Roguemos al Señor.
6.- Por quienes viajan o están lejos de sus hogares, para que Dios Padre los acompañe en sus caminos y en tierras lejanas. Roguemos al Señor.
7.- Por nosotros aquí reunidos, por nuestras intenciones particulares que exponemos a la misericordia divina. Roguemos al Señor.
Celebrante: Danos Señor todo lo que te pedimos, no por nuestros méritos, sino por tu misericordia y ternura de Padre. Y te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Exhortación final:
Te alabamos y te bendecimos, Dios de nuestros padres,
porque en la travesía azarosa del duro desierto de la vida,
nos brindas el maná y la bebida del cuerpo y la sangre de Cristo
que es el pan de vida en el sacramento de la Eucaristía.
No permitas, Señor, que nuestras viejas rutinas encadenen
la novedad sorprendente de tu Espíritu y la fuerza de tu palabra;
y ayúdanos a superar los momentos de cansancio en la fe.
Atrae hacia ti, Señor, nuestros corazones para que creamos
con estabilidad y firmeza en tu Hijo y enviado, Jesucristo,
y para que, después de seguirlo fielmente día a día,
alcancemos la vida que él nos promete para siempre.
Amén
Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 361)
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