sábado, 6 de agosto de 2022

Moniciones Domingo 19 del Tiempo Ordinario - Ciclo C -

                                                                 (7 de agosto de 2022)

MONICIÓN DE ENTRADA

Nuestra reunión Eucarística es consecuencia de nuestra fe en Jesucristo y en su Palabra que proclamamos y escuchamos en cada celebración.

Hoy el Señor nos hablará, precisamente, de nuestra fe y de la vigilancia que hemos de tener para que nuestro encuentro con Dios no cause sorpresa, sino gozo.

Al reunirnos en nombre del Señor, le hacemos presente en nuestra asamblea.

Que su presencia avive nuestra fe y nuestra esperanza.

 


ORACIÓN DE LOS FIELES

Sacerdote: Pidamos a Dios que se muestre compasivo y generoso ante tantas necesidades de todas las personas del mundo. Respondamos: Te rogamos, óyenos.

1.   Señor, dirige al Papa Francisco en sus planes y decisiones. Oremos.

2.   Señor, en todas las familias hay problemas. Bendice, Señor, nuestros hogares. Oremos.

3.   Señor, Las guerras no cesan de causar muertes y maldades. Danos, Señor, la paz a todas las naciones. Oremos.

4.   Señor, necesitamos una Nueva Evangelización para poder dar razón de nuestra fe en el mundo de hoy. Oremos.

5.   Señor, hay mucho sufrimiento en el mundo a causa de la crisis. Dirige el corazón de los ricos para que sean solidarios. Oremos.

6.   Señor, consuela a los tristes, fortalece a los perseguidos a causa de su fe y acompaña a los enfermos. Oremos.

7.   Señor, bendice nuestras cosechas y nuestras empresas. Oremos.

8.   Señor, inspira a los gobernantes leyes justas. Oremos.

Sacerdote: Padre, conoces los problemas y tribulaciones de todos los seres humanos. Derrama tu bondad sobre todos para que experimentemos tu consuelo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

 

EXHORTACIÓN FINAL

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995)

Es justo bendecirte, Padre nuestro del cielo, porque Jesús nos mostró el camino de la felicidad verdadera, el auténtico tesoro que solamente en ti podemos alcanzar.

No permitas, Señor, que prefiramos tener cosas a ser personas; pues, más que bienes, necesitamos razones para vivir, amar y compartir con los hermanos lo que tenemos, poco o mucho.

Enséñanos por tu Espíritu la sabiduría de la vida, y ayúdanos, Señor, a elegir alegremente ser pobres con Cristo, sin amontonar bienes perecederos que defraudan nuestro corazón.

Así, cuando tú vengas, nos encontrarás con las manos ocupadas en la tarea de amarte a ti y a nuestros hermanos. Amén.


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