(11 de diciembre de 2022)
Monición de entrada:
Queridos hermanos: Hoy nos encontramos en el tercer domingo de Adviento. El profeta Isaías nos describe la venida del Mesías que salva a los pobres e introduce la era de la alegría. Nosotros los que vivimos en este tiempo de gracia, somos aún más bienaventurados que aquellos que se prepararon para su primera venida. Celebremos esta Eucaristía en el espíritu del Adviento.
Al encender la tercera vela
Este es el tiempo propicio para anunciar la liberación de los pueblos y de los hombres, por eso al encender la tercera vela de esta corona de Adviento, anunciemos con ella la buena Noticia: el Señor viene a salvarnos, ya es hora de abandonar el miedo, ya es hora de decir sí a Dios.
¡Ven pronto Señor que te esperamos!
Para aliviar el sufrimiento de los que tienen el corazón destrozado...
Para aliviar el hambre de los hambrientos de pan, de amor y de Dios...
Para aliviar el cansancio de los que no encuentran sentido a la vida...
¡Ven pronto Señor que te esperamos!
Oración Universal:
1. Por la
Iglesia, para que a tiempo y en todo momento propague la
construcción del Reino de Dios. ROGUEMOS AL SEÑOR.
2. Por los gobernantes, para que procuren por todos los medios que se
realice la paz en el mundo. ROGUEMOS AL SEÑOR.
3. Por los que sufren, los que viven solos, los que tienen necesidad, para que encuentren a su alrededor la comprensión necesaria para seguir adelante. ROGUEMOS AL SEÑOR.
4. Parque que aceleremos nuestra preparación espiritual durante este tiempo de
Adviento, para que recibamos al Señor en nuestros corazones. ROGUEMOS AL SEÑOR.
5. Por nosotros, los aquí reunidos en torno al banquete de la Eucaristía, para que
nos llenemos de alegría y paciencia cuando preparamos nuestros hogares y a
nosotros mismos para la próxima fiesta de Navidad. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Después
de la Comunión:
(Tomado de Basilio Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995)
Te glorificamos, Cristo Redentor, porque tú eres
nuestra única esperanza y salvación en este bajo mundo.
¿A quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna.
Somos dichosos porque no nos sentimos defraudados por ti.
Haznos, Señor, creyentes invulnerables al desencanto:
de fe robusta, esperanza alegre y caridad ardiente,
siempre en camino, que ni se duermen ni se venden,
ardiendo como lámpara inagotable al servicio de la vida,
del amor, de los derechos humanos y de los pobres,
con la vista fija en el reino de Dios que apunta en adviento
como fermento de conversión personal y cambio estructural. Amén.
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