MONICIÓN DE ENTRADA:
En este VI domingo de Pascua la Iglesia española nos invita a celebrar la Pascua del Enfermo. Una celebración que pone fin a la Campaña del enfermo, iniciada el 11 de febrero con la Jornada Mundial. Este año la Campaña tiene como tema: “No me rechaces ahora en la vejez; no me abandones” (Sal 71,9) Déjate cautivar por su rostro desgastado. Hay muchos hermanos nuestros que experimentan el cansancio y la soledad ante la enfermedad. Pongamos especialmente hoy en nuestra oración a los mayores, particularmente a quienes se sienten solos. Que Cristo Resucitado nos anime en esta misión de acompañarles con nuestro cuidado y la compasión. Con alegría y gozo, iniciamos esta celebración.
ORACIÓN DE LOS FIELES. Oremos a Dios nuestro Padre para que envíe su Espíritu de verdad sobre el mundo entero, de modo especial sobre los enfermos.
1.- Danos, Señor, ojos para descubrir a las personas que sufren a causa de la
enfermedad, del dolor, y de la soledad. Que nuestra mirada esté llena de
ternura y de compasión. Roguemos
al Señor.
2.-
Danos, Señor, oídos para escuchar con dulzura y cariño las quejas, las lágrimas
y los miedos de los enfermos. Roguemos
al Señor.
3.- Danos, Señor, manos para acariciar, para secar el sudor, para ofrecer un
vaso de agua. Manos para acompañar y para apoyar. Roguemos al Señor.
4.- Danos, Señor, pies para acudir a las Residencias, a los Hospitales, a los
enfermos que están en casa. Pies para llevar compañía, cariño, y consuelo. Roguemos al Señor.
5.- Danos, Señor, un corazón grande para amar como lo hiciste tú, para
escuchar, para acoger, para animar, para comprender y para sonreír. Y también
para llevar el consuelo de la fe y la esperanza en una vida sin fin, en la que
no habrá ni tristeza ni dolor. Roguemos
al Señor.
6.- Y por fin, Señor, danos boca para agradecer la labor de los profesionales
de la salud y la de quienes en su casa cuidan y acompañan a los enfermos, su
cercanía, su comprensión y su sensibilidad. Roguemos al Señor.
Sacerdote: Escucha, Padre,
nuestra oración, y sal en ayuda de quien te invoca en sus padecimientos y
necesidades. Por JCNS.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
(Tomado de Basilio Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995)
Hoy nos
alegramos, Padre, con el gozo del Espíritu
que resucitó a tu Hijo Jesús de la muerte y del sepulcro.
Cristo murió víctima de la injusticia, pero tú has
rubricado
la autenticidad de su vida y persona, conducta y
doctrina.
Has revisado su proceso y por el Espíritu lo has
rehabilitado,
dándole el nombre más excelso y constituyéndolo Señor de
todo.
Su resurrección fundamenta la esperanza de la nuestra.
Por eso podemos repetir con el salmista a boca llena:
Yo no he de morir, yo vivir‚ para contar las hazañas del
Señor.
Ayúdanos, Señor, a mantenernos siempre fieles a tu voluntad
y prontos para dar a todos razón de nuestra esperanza. Amén.
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