(2 de agosto de 2020)
(Is 55, 1-3; Rom 8, 35. 37-39; Mt 8, 39)
Nada podrá apartarnos del amor de Dios (Rom 8, 39). Dadles vosotros de comer (Mt 14, 16).
MONICIÓN DE ENTRADA.
Nos reunimos, como cada semana, para celebrar la Eucaristía. Hoy, igual que en tiempos de Jesús, mucha gente pasa hambre, ¿cuál debe de ser nuestra postura ante estas situaciones? El mandato de Jesús es claro: "Dadles vosotros de comer". Compartir lo que tenemos y somos, sea poco o mucho puede transformar el mundo, la Eucaristía tendrá su sentido pleno.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Sac.: Padre, hoy el mundo anda sediento y tiene hambre de Ti. Con la confianza de que nos das todo de balde, te presentamos nuestras plegarias.
1. – Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que no cesen nunca de anunciar la novedad del mensaje de Cristo. ROGUEMOS AL SEÑOR.
2. – Por los gobernantes de las naciones, para que sea su prioridad, la atención de las necesidades primarias de sus ciudadanos. ROGUEMOS AL SEÑOR.
3. – Por los enfermos, los ancianos que viven solos, y todas las víctimas de la pandemia, para que todos reciban de los hermanos consuelo y ayuda. ROGUEMOS AL SEÑOR.
4. – Por todos los que andan lejos de Cristo, para que atiendan la llamada del Señor y se recuesten para ser alimentados con su pan. ROGUEMOS AL SEÑOR.
5. – Por todas las personas que inician en estas fechas sus vacaciones, para que sean éstas un tiempo de acercamiento a la Palabra y al Pan compartido. ROGUEMOS AL SEÑOR.
6. – Por todos nosotros, para que vivamos con la misma seguridad de Pablo nuestra adhesión a Cristo, sabiendo que nada puede separarnos de Él. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Sac.: Padre, sacia la necesidades de todos los hombres y por tu bondad atiende nuestras oraciones. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Exhortación final:
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, 1995, p. 554)
A la luz de tu palabra, Señor, te pedimos en este día
nos concedas asimilar la bienaventuranza de la pobreza efectiva
y de espíritu, para que no sucumbamos a la idolatría consumista.
Libéranos, Señor, de la sutil seducción del consumismo en boga
para que, libres de la tiranía monetaria del tener y gastar,
entendamos que nuestra vida no depende del cúmulo de bienes
que amontonemos, sino de las riquezas y dones de tu reino.
Queremos, Señor, compartir nuestra pan con los demás,
invirtiendo nuestros haberes, tiempo y cariño con los más pobres.
Así seremos ricos ante ti y alcanzaremos el secreto tesoro
de la felicidad evangélica: amar a Dios y a los hermanos. Amén.
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