sábado, 8 de agosto de 2020

XIX Domingo del Tiempo Ordinario “A”

 (1Re 19, 9a. 11-13ª; Sal 84; Rom 9, 1-5; Mt 14, 22-33)

 Monición de entrada

Venimos, a celebrar la Eucaristía cada uno desde nuestros trabajos, luchas, días de descanso, necesidades... Somos una comunidad que camina en medio de nuestras historias concretas y particulares. Venimos en busca de ánimo y luz. Jesús, con su presencia nos animará, como hizo con los apóstoles cuando su barca estaba zarandeada por las olas. Confiemos en Él.

Oración universal:

Sacerdote: Son muchos los pueblos, las familias y las personas que pasan situaciones muy difíciles. Pidamos a Dios por todas ellas la paz, la justicia y la dignidad que merecen. Respondamos. Padre, escúchanos.

1.     Para que el ejemplo y la palabra del Papa Francisco nos ayuden a vivir coherentemente nuestra fe y colaboremos en la reforma de la Iglesia. Oremos.

2.     Para que nuestra fe nos comprometa a luchar por la justicia. Oremos.

3.     Para que, quienes tienen posibilidades de crear empleo, contribuyan a acabar con el paro y todas las familias tengan lo necesario para vivir dignamente. Oremos.

4.     Para que los gobernantes promuevan la paz, la justicia y la defensa de los pobres. Oremos.

5.     Para que con nuestra solidaridad y cercanía aliviemos los sufrimientos de los atribulados. Oremos.

6.     Para que nuestra participación en esta celebración nos estimule a ser testigos del amor y la alegría entre las personas. Oremos.

7.     Por los enfermos, los ancianos que viven solos,  y todas las víctimas de la pandemia, para que todos reciban de los hermanos consuelo y ayuda. Oremos.

8.     Para que todos los difuntos gocen de la fiesta del cielo. Oremos.

Padre, conoces cuántas necesidades y sufrimientos padecemos. Ten misericordia de toda la familia humana. Ilumina nuestra mente para que conozcamos la realidad como Tú la ves. Ayúdanos a ser testigos del amor que tu Hijo nos enseñó. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

EXHORTACIÓN FINAL:

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 165)

Señor Dios, Padre nuestro que nos aceptas como somos,

confesamos ante ti que múltiples temores y angustias nos invaden

al sentir en la noche la fuerza del viento y el empuje del mar:

miedo y desconfianza de nosotros mismos, miedo de la gente,

miedo de la vida, miedo de la muerte, miedo de nuestro destino,

miedo a decidirnos, miedo a equivocarnos, miedo a todo.

Entonces oímos la voz cálida de Cristo que nos alienta:

Ánimo, yo estoy con ustedes, no tengan miedo, no duden.

Gracias, Señor.  Danos tu mano para seguir la aventura de la fe,

avanzando más allá de nuestras mezquinas seguridades,

sin más punto de apoyo que una absoluta confianza en ti. Amén.

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