(24 de abril de 2022)
(Hch 5, 12-16; Ap 1,9-11a.12-13. 17-19; Jn 20, 19-31)
MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid, queridos hermanos y hermanas nuestra más cordial bienvenida a la Eucaristía. Este Segundo Domingo de Pascua es un eco claro del Domingo de Resurrección. Jesús está vivo y se aparece a los discípulos. Jesús está vivo, asimismo, para nosotros. Y Él nos ofrece, de manera real, su Cuerpo y su Sangre en el altar. Hoy celebramos la fiesta de la Divina Misericordia, instituida por el siempre recordado San Juan Pablo II.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: Hoy Cristo resucitado muestra al mundo la esencia de su corazón: La misericordia de Dios. A ese Dios Padre misericordioso le pedimos que escuche nuestra plegaria. Repetimos: R.- SEÑOR, LLÉNANOS DE TU MISERICORDIA
1 - Por el Papa Francisco para que su pasión por la proclamar la misericordia de Dios llegue al corazón de todos los hombres. OREMOS
2. Por todos los gobernantes del mundo, para que la misericordia de Dios les ilumine en la toma de sus decisiones y consigan la paz. OREMOS
3. Por todos los que aún no se han encontrado con el Señor resucitado, para que la luz que emana del sepulcro vacío les haga entender la salvación que Jesús nos trae. OREMOS
4. Para que se termine la guerra. Por los desplazados y refugiados, por las familias separadas por causa de la guerra; por los niños que han quedado huérfanos. OREMOS
5. Por todos los que sufren el dolor en el cuerpo o en el espíritu, para que la misericordia de Dios se haga presente a través del cuidado de los que están más cerca. OREMOS
6. Por las familias, para que sea la misericordia el bálsamo que cure sus heridas y contratiempos del día a día. OREMOS
7. Por todos nosotros que hemos contemplado la Resurrección de Cristo, para que su luz nos ayude a ser luz para los demás. OREMOS
Sacerdote: Padre, te pedimos que atiendas nuestras súplicas y mandes tu misericordia a todos los hombres especialmente a aquellos que viven alejados de ti. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
EXHORTACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, Madrid, 1993.
Te bendecimos, Padre, porque gracias a tu Hijo Jesucristo, cuya resurrección alumbró una humanidad y un mundo nuevos, los creyentes podemos tener una sola alma y un solo corazón, testimoniando así el amor que él nos mandó vivir como hermanos. Señor, tú que eres más fuerte que nuestras divisiones, perdona nuestro desamor, recelos, mezquindad y desconfianzas.
Queremos vivir unidos como hermanos en Jesús, para ser y aparecer como una comunidad signo de Cristo resucitado: comunidad de fe a la escucha de la palabra, comunidad de amor y de vida, comunidad eucarística y de oración, comunidad misionera, valiente y de puertas abiertas al mundo. Que así sea.
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