sábado, 15 de octubre de 2022

Domingo 29 del Tiempo Ordinario - Ciclo C -

 (16 de octubre de 2022)

Dios hará justicia a sus elegidos (Lc 18, 8)

Entrada:

Hoy, en este domingo, tenemos muchas razones para llamar al cielo. Jesús, entre otras cosas, nos recuerda que la oración es un medio importante para ponernos en relación con Dios y, además, para saber que como Padre nos da aquello que le pedimos. Incluso en las dificultades, es cuando más fuerza necesitamos para vencerlas.

Oración de los fieles:

Sac.: Pedid y se os dará nos dice el Señor. Con esa confianza de que el Padre escuchará nuestra oración, le presentamos nuestras necesidades, las de la Iglesia y las del mundo.

 1. Por el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y todo el pueblo que formamos la Iglesia para que seamos fieles testigos de la resurrección de Cristo y vivamos según el hombre nuevo.

OREMOS

2.     Por los dirigentes de las naciones, los políticos, los legisladores, los que tienen el poder económico en sus manos, para que siempre les mueva el bien y actúen para que se logre la paz.

OREMOS

3.     Por los que sufren la enfermedad, el azote del paro, los que viven en la miseria, los encarcelados para que encuentren en esta situación la luz de Cristo y éste les acompañe y fortalezca hasta que salgan de su situación.

OREMOS

4.     Por todos los que han dejado enfriar su fe, yendo tras el ídolo de este mundo, para que reconozcan en Cristo al único Salvador y se vuelvan a Él.

OREMOS

5.     Por las familias cristianas, para que Cristo sea siempre el centro de su hogar.

OREMOS

6.     Por todos nosotros para no nos cansemos nunca de trabajar en el Reino de Dios.

OREMOS

Sac. Padre, con la insistencia de aquella viuda te pedimos que acojas estas plegarias que te presentamos por medio de Jesucristo tu Hijo Nuestro Señor. Amén.

DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

(Tomado de Basilio Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995)

Es justo bendecirte, Dios Padre, Dios fiel a tus promesas, porque Cristo nos mostró la eficacia de la fe suplicante, enseñándonos así que la fe y la oración deben ir unidas.

Tú eres, Padre, el interlocutor con quien hablamos como hijos, y tú, Jesús, nuestro modelo acabado de oración cristiana.

Reconocemos, Señor, que no sabemos orar en profundidad.

Danos tu Espíritu, que venga en ayuda de nuestra debilidad, para que sepamos pedirte lo que nos conviene, con plena disponibilidad a tu voluntad. Cuando el desánimo nos ronde concédenos, Señor, tu verdad y tu alegría, tu luz y tu fuerza, para mantenernos como fieles discípulos de Cristo. Amén.

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