Entrada
Vamos a celebrar, con alegría y fraternidad de hermanos que se aman, los misterios más sublimes de nuestra fe, por los que Nuestro Señor Jesús se hace presente con su Cuerpo y su Sangre. También escucharemos su Palabra. Y ella nos traerá la historia de Zaqueo, un hombre pecador y sin esperanza que recibió la gracia en una mirada del Maestro. Busquemos, queridos hermanos, hoy y todos los días, la mirada amable y cariñosa de Jesús de Nazaret, mirada que salva y nos hace felices. Iniciemos, pues, con gran alegría y entusiasmo nuestra Eucaristía.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: Señor, nos has mostrado tu misericordia ante los problemas de todos los hombres, te pedimos que atiendas estas súplicas que te presentamos:
1. – Señor, asiste con tu fuerza la vocación de nuestro Santo Padre Francisco para que por él nos llegue la Gloria del Padre. Roguemos al Señor.
2. – Por los dirigentes de las naciones, los políticos, los legisladores, los que tienen el poder económico en sus manos, para que siempre les mueva el bien y actúen para que se logre la paz en el mundo. Roguemos al Señor.
3. – Señor, entra a comer en la casa de tantos que sin saberlo te buscan, sólo tu visita puede dar luz a sus vidas. Roguemos al Señor.
4. – Señor, atiende a los que sufren, a los que viven lejos de sus familias, a los que están solos, a todos aquellos que pasan necesidad. Roguemos al Señor.
5. – Señor, te pedimos por los matrimonios para que sean fieles a su vocación y que tu fuerza les permita los buenos deseos y la tarea de educar a sus hijos en la fe. Roguemos al Señor.
6.- Señor, te rogamos, ahora, por todos los que nos hemos reunido en esta Asamblea Santa para que la fuerza de la Palabra y el Cuerpo y Sangre de tu Hijo nos acerque, más y más, a los misterios que aquí celebramos. Roguemos al Señor.
SACERDOTE: Señor, acoge con tu amor infinito estas súplicas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(Tomado de Basilio Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995)
Es justo alabarte, Dios de la ternura y de la misericordia, porque, al provocar Jesús la conversión del publicano Zaqueo, diste pruebas fehacientes de creer en el hombre a pesar de todo.
Nosotros somos muy dados a juzgar negativamente a los demás, pero tú muestras una tolerancia y comprensión sin límites, proclamando para hoy la salvación de los pobres y los pecadores.
En este día, Señor, tú nos invitas a cada uno de nosotros a dar abundantes frutos de la nueva justicia de tu reino.
Concédenos imitar la pedagogía de Jesús para salvar lo perdido; y haz que en el camino llevemos el corazón libre de lastre para ser mensajeros alegres de tu liberación del hombre. Amén.
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