(Is 61, 1-2a. 10-11; I Tes 5, 16-24; Jn 1,6-8. 19-28)
Monición de Entrada
En el tercer domingo de Adviento la Palabra de Dios nos muestra la figura de Juan el Bautista, el hombre enviado por Dios para reconocer que en Jesús se cumplen todas las esperanzas humanas.
En medio de la oscuridad de nuestros tiempos necesitamos «testigos de la luz».
Testigos humildes que, al estilo del Bautista, no le quiten el protagonismo a Jesús.
Que la Eucaristía haga más fuerte nuestro deseo y grito: ¡Ven, Señor Jesús!
ORACIÓN CON EL TERCER CIRIO DE LA CORONA DE ADVIENTO
Encendemos el tercer cirio, mientras rezamos.
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz.
¡Ya llega el mensajero!
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Al encender estas tres velas queremos ser antorcha tuya para que brilles en nuestros corazones.
¡Ven, Señor, a salvarnos!
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: A Dios, Padre, que nos anima a vivir en la alegría del seguimiento de su Hijo, el enviado, a quien esperamos, le dirigimos ahora nuestra oración hecha plegaria.
1. Por la Iglesia del Señor y sus pastores, para que aporten la luz de Jesucristo a los problemas y las convulsiones del mundo. Roguemos al Señor.
2. Por las personas que viven en los países más desfavorecidos, para que puedan alcanzar en la justicia el desarrollo que cubra todas sus necesidades. Roguemos al Señor.
3. Por los que en nuestros días tienen temor al amor y la misericordia de Dios, para que, siendo misericordiosos consigo mismos, aprendan también a serlo con los demás, motivados por la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.
4. Por los que, sin saberlo, viven en las tinieblas y la oscuridad de este mundo, para que reciban la luz eterna, que es Cristo. Roguemos al Señor.
5. Por quienes sufren el desamor, la venganza, la severidad del juicio implacable de los otros, para que sepan que el amor de Dios se dirige especialmente a ellos. Roguemos al Señor.
6. Por todos nosotros, para que seamos testigos de la luz de Dios y de su misericordia allá donde nos encontremos. Roguemos al Señor.
Sac.: Escucha, Padre, nuestra humilde oración. Cuida de tus hijos y derrama sobre todos la luz de tu amor y tu misericordia. Por JCNS.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN:
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, 1993)
En este tercer domingo de
adviento queremos, Señor,
practicar las consignas que nos da tu apóstol Pablo:
Estén siempre alegres y no dejen morir en sus manos
las ascuas incandescentes del Espíritu de Cristo,
que es alma y fuego, luz y amor, llama y vida, gozo y
paz.
Gracias, Señor Jesús. Hoy tenemos motivos de alegría:
Tú estás viniendo, ya llegas, ya estás en medio de
nosotros.
Con el Bautista podemos decir: mi alegría está colmada;
es preciso que Cristo crezca y que nosotros
disminuyamos.
Haznos testigos tuyos entre nuestros hermanos los
hombres
para que no seas tú el desconocido de nuestro mundo.
Amén.
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