Monición de entrada.- Sed todos bienvenidos a la Eucaristía de hoy. En el Evangelio de hoy vamos a escuchar el conocido episodio del joven rico, aquel que marchó entristecido, cuando Jesús le pidió que lo dejara todo por Él. Es verdad que Jesús de Nazaret no exige a todos esa entrega, pero sí lo hace con algunos y algunas. Les pide la entrega total, sin condiciones. No es fácil entregarse del todo, pero tampoco es fácil decir a Jesús que no. De todos modos, a todos, en algún momento, nos va a pedir algo muy especial, un gran esfuerzo. No podemos dejarlo pasar por alto. Meditemos en este domingo lo que Jesús nos ha pedido ya, o nos va a pedir. Preparémonos para hacerle caso. Ese es nuestro mejor camino.
ORACIÓN DE LOS FIELES. Con sencillez reconocemos que nos creamos muchas necesidades, pero lo más importante es descubrir a Dios.
1. Para que la Iglesia sepa renunciar a posturas de privilegio y de riqueza y, libre de ataduras, anuncie y haga presente el Reino de Dios. Roguemos al Señor.
2. Por quienes gobiernan, para que, con sabiduría y decisión, busquen y favorezcan siempre la paz y el bien de toda la humanidad, sin olvidarse de los más pobres. Roguemos al Señor.
3. Para que quienes confiamos en el dinero, las posesiones y el poder, descubramos que la verdadera grandeza está en compartir lo que somos y tenemos. Roguemos al Señor.
4.- Para que las personas que padecen alguna enfermedad grave, sientan el cariño de sus familiares y profesionales, y la presencia de Jesús que siempre les acompaña. Roguemos al Señor.
5.- Para que no nos quedemos sólo en cumplimientos religiosos, sino que además, sepamos compartir nuestros bienes con los más necesitados. Roguemos al Señor.
6.- Por las personas que sufren y están tristes, por ser víctimas de la violencia; y, por quienes no respetan la vida; para que el Señor cambie sus corazones y conozcan el camino del amor. Roguemos al Señor.
SACERDOTE: Escucha, Padre bueno, la
oración de tu pueblo que confía en ti. Te lo pedimos, por Jesucristo nuestro
Señor.
EXHORTACIÓN FINAL
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 388)
Gracias a ti, Señor Jesús, porque tu mirada amiga nos invita
a seguirte en pobreza voluntaria al servicio del reino de Dios.
Con manos libres, ligeras de peso y vacías de todo, podremos
caminar a tu lado con un corazón pobre y totalmente disponible.
Ayúdanos, Señor, a romper con todo lo que nos ata y avasalla
dejando nuestras calculadas seguridades, teniendo fe, arriesgando
y siguiéndote con lo puesto al paso alegre de tu desprendimiento.
Tú que haces posible lo que al hombre parece imposible,
danos tu Espíritu de fortaleza para llevar a cabo la tarea
de ordenar toda nuestra vida en función de los valores del reino.
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