Dt 6, 2-6; Heb 7, 23-28; Mc 12, 28b-34
MONICION DE ENTRADA.
Celebramos la Eucaristía en este día del Señor a quien, como nos dice Jesús, debemos amar con todo el corazón, con toda el alma, con todo nuestro ser, y añade: “y al prójimo como a ti mismo”.
Amar a Dios que es la fuente y el origen de la vida es vivir amando la vida, la creación, las cosas y, sobre todo, a las personas.
¿Cómo vamos a amar al Padre sin amar a sus hijos e hijas, sobre todo a quienes sufren?
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: Estamos llamados a amar a Dios sobre todas
las cosas, y eso conlleva vencer nuestro egoísmo, hoy pedimos al Padre que nos
abra el corazón a Él y a nuestro prójimo.
1. – Por la Iglesia, portadora de los dones que Cristo nos ganó, para que sea el Amor el verdadero vínculo entre nosotros, como lo fue para la primitiva Iglesia. Roguemos al Señor.
2. – Por todos los pueblos del mundo, para que cesen las guerras y rivalidades y crezca la convivencia basada en el respeto, la justicia y la caridad. Roguemos al Señor.
3. – Oremos confiadamente al Señor, soberano de cielos y tierra, para que otorgue la salvación eterna a las víctimas de las inundaciones, consuele a sus familiares, mueva a los que gobiernan a buscar soluciones al desastre natural y nos conceda la caridad para socorrer a nuestros hermanos damnificados. Roguemos al Señor.
4. – Por los niños y jóvenes para que crezcan en un ambiente de amor verdadero. Roguemos al Señor.
5.- Por los hogares cristianos para que nunca falte en ellos el Amor a Dios y vivan en torno a Él. Roguemos al Señor.
6.- Por todos nosotros, para que nos dejemos amar por Dios y así podamos descubrir nuestra verdadera vocación, amarle a Él y a nuestros hermanos. Roguemos al Señor.
SACERDOTE: Padre, Tú que nos has amado tanto que has enviado a tu Hijo para salvarnos haz que escuchando sus palabras y alimentados por su Cuerpo y Sangre vivamos unidos a tu Amor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te bendecimos, Padre, porque Jesús nos resume toda tu ley
en un solo mandamiento, centrado en el amor a ti y al prójimo.
Gracias también porque tu Espíritu nos permite amarte como hijos
y abrirnos al hermano, completando el círculo del amor en Cristo.
Te reconocemos, Señor, como nuestro verdadero y único Dios
a quien debemos amar y servir con todo el ser, alma y corazón.
Y queremos también cumplir el mandato y testamento de Jesús:
ámense unos a otros como yo los he amado; así serán mis discípulos.
Ayúdanos, Señor a abandonar los ídolos de nuestro egoísmo
para centrarnos en el mandamiento principal y primero, porque
amarte a ti y al prójimo es cumplir tu ley enteramente. Amén
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