(1Sam 3,3b-10.19; 1Cor 6,13c-15a.17-20; Jn 1,35-42)
MONICIÓN DE ENTRADA
Queridos hermanos: acabamos de salir de las fiestas navideñas y entramos en el Tiempo Ordinario, hoy en su segundo domingo.
Hoy todavía no iniciamos la lectura de Marcos que nos acompañará en este ciclo. Cada año en este segundo domingo escuchamos el evangelio de Juan en unas páginas que vienen a ser como una prolongación de las "manifestaciones" del tiempo de Navidad y Epifanía.
Atentos y muy dispuestos, comencemos esta celebración.
ORACIÓN DE LOS FIELES
SACERDOTE: Con la confianza de hijos, con la esperanza de que Dios siempre nos escucha, dirijámosle nuestra oración de petición,
1. Por el papa Francisco y por la Iglesia, para que viva con mucha ilusión y esperanza el anuncio del Evangelio en todas las naciones. Roguemos al Señor.
2. Por los pueblos ricos: para que compartan y sean solidarios con los que tienen menos. Roguemos al Señor.
3. Por nuestra juventud: para que sepan responder con generosidad a la llamada de Cristo y lo sigan. Roguemos al Señor.
4. Para que, como Juan, tengamos el coraje, la seguridad y la confianza de indicar y hablar a los demás de Jesús, el Mesías. Roguemos al Señor.
5. Por quienes no tienen trabajo, o tienen un trabajo precario. Roguemos al Señor.
6. Por nosotros reunidos en el Señor: para que sepamos escucharlo, especialmente cuando nos habla por medio de nuestros semejantes. Roguemos al Señor.
SACERDOTE: En tus manos, Padre, ponemos nuestros deseos y peticiones. Haz que seamos coherentes con lo que hemos pedido. Alienta nuestros esfuerzos por hacer presente tu Reino. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Exhortación final
(Tomado de B.
Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 310)
Te
damos gracias, Dios Padre, porque, como a los apóstoles,
Cristo no ha llamado por nuestro nombre a su fiel seguimiento.
Por el bautismo tú nos has hecho miembros del cuerpo de Cristo
Y templo vivo del Espíritu Santo para alabanza de tu gloria.
Es vocación hermosa nuestra vocación cristiana. ¡Gracias, Señor!
Pero es también vocación totalizante: en cuerpo y alma.
Guíanos, Señor, mediante el Espíritu de tu verdad,
Para que entendamos qué es ser discípulo auténtico de Jesús.
Y haznos fuertes para testimoniar los valores del espíritu
En el mundo que nos rodea, harto de cuerpo y ayuno de alma.
Así demostraremos que te pertenecemos para siempre. Amén
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