(9 de junio de 2024)
(Génesis 3, 9-15; Sal 129; 2 Cor 4, 13 – 5, 1; Marcos 3, 20-35)
MONICIÓN DE ENTRADA
¿Somos discípulos de Jesús? Si lo somos, estamos de su parte. El evangelio nos muestra hoy a los que piensan que Jesús se va de la cabeza y a quienes le acusan de ser el jefe de los demonios. El refugio de Jesús es el grupo de sus discípulos, los que, aunque no lo entiendan todo, confían en él y saben que viene de Dios. Que Jesús pueda encontrar ese calor en cada uno de nosotros, en nuestros corazones.
ORACIÓN DE LOS FIELES
SACERDOTE: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa. Hacemos nuestras peticiones con toda confianza.
1. – Por el Papa, los obispos y sacerdotes elegidos de Dios, para que, con su incansable ejemplo y predicación nos ayuden a descubrir la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. ROGUEMOS AL SEÑOR.
2. – Por todos los pueblos de la tierra, para que descubran que su verdadera vocación es cumplir la voluntad de Dios Todopoderoso. ROGUEMOS AL SEÑOR.
3. – Por los enfermos, los que sufren, los marginados y todos aquellos que viven una situación angustiosa, para que descubran la voluntad de Dios para ellos y puedan sobreponerse a sus dolencias. ROGUEMOS AL SEÑOR.
4.- Por todos aquellos que se separaron de la Iglesia, para que no se dejen manipular por el engaño del Maligno y vuelvan pronto a la Casa del Padre. ROGUEMOS AL SEÑOR.
5. – Por las familias cristianas, para que, cada uno en su lugar, sepan aceptar la voluntad de Dios y puedan llevar a su hogar el ser hermanos de Jesús. ROGUEMOS AL SEÑOR.
6. – Por nosotros para que busquemos la unidad en torno a cumplir la voluntad de Dios. ROGUEMOS AL SEÑOR.
SACERDOTE: Padre, ayuda a tu pueblo que camina tras los pasos de tu Hijo Jesucristo, para que pueda avanzar cumpliendo fielmente tu voluntad.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993)
Bendito sea tu nombre, Dios Padre santo, porque Cristo Jesús más fuerte que el mal y el pecado que quieren dominarnos.
Él venció en su cruz el poder de las tinieblas y nos abrió el camino de la victoria sobre todo lo que es mal y pecado: odio y rencor, violencia y destrucción, corrupción e injusticia, abuso y explotación, en una palabra: egoísmo y desamor.
Libéranos, Señor, de nosotros mismos, de nuestros miedos y pesares, de nuestras rutinas y mecanismos de defensa, para que no te cerremos nuestro corazón, desafiando tu amor.
Danos la libertad y la fascinación de tu luz, para que tu gracia sea nuestra fortaleza y tu ternura nuestra esperanza. Amén.
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