ENTRADA:
En este Domingo Veinte
del Tiempo Ordinario, hemos de abrirnos, muy especialmente, a las palabras de
Jesús. Va a decirnos, Jesús de Nazaret, sin rodeos, que Él es apoyo espiritual
y físico para nuestra caminar. La Eucaristía es real Cuerpo y Sangre; y ello nos hace falta para seguir viviendo.
Una vez más, Jesús se detiene cerca de nosotros para pedirnos que le
acompañemos. Y nos ofrece un medio muy poderoso para que no flaqueemos en el
camino: la Mesa del Pan y de la Palabra.
Oración de los fieles
Sacerdote: Elevamos los ojos al Padre presentarle nuestras necesidades y las del mundo entero:
1. – Padre, atiende las necesidades de nuestro Santo Padre el Papa Francisco, para que con su buen gobierno la Iglesia salga fortalecida en medio de la perturbación. Roguemos al Señor.
2. – Por todos los países y regiones que sufren la guerra, el hambre o la crisis económica, para que pronto se vean libres de esa lacra y puedan prosperar en paz y buena armonía. Roguemos al Señor.
3. – Por todos aquellos que trabajan por ganarse el sustento de cada día y por todos aquellos que no tienen esa oportunidad, para que nunca les falte el alimento cotidiano. Roguemos al Señor.
4. – Por los enfermos, los pobres, los necesitados: para que encuentren en los miembros de la Iglesia una palabra de cariño y una mano abierta. Roguemos al Señor.
5.- Por las familias cristianas para que nunca falte el pan material ni la presencia de Cristo en sus hogares. Roguemos al Señor.
6. – Por nosotros, para que seamos fieles a Cristo a pesar de las dificultades del camino. Roguemos al Señor.
Sacerdote: Padre, tu pueblo te ha presentado sus necesidades, atiéndelas, así como todas aquellas inquietudes que llevamos en nuestro corazón. Por JCNS.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Gloria a ti, Señor, porque nos invitas a sentarnos a la mesa en que tú repartes el pan de tu cuerpo y el cáliz de tu sangre a los hambrientos y sedientos del ancho mundo.
Danos, Señor Jesús, hambre del pan de vida que eres tú, y sáciala abundantemente con tu cuerpo y sangre inmolados, que nos dan vida eterna y comunión contigo y con los hermanos.
Porque el pan que compartimos es el germen de un mundo nuevo en que los hombres son hermanos; y el cáliz de nuestra eucaristía es tu sangre, Señor, derramada para la salvación del mundo.
Haz, Señor, que al comulgar seamos solidarios de los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de todos los hombres. Amén
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